viernes, 6 de octubre de 2017

SAN FERMÍN DE LOS NAVARROS

Madrid, sábado 8.15 de la mañana. Me acerco a la iglesia de San Fermín de los Navarros de la calle Dato. Abierta, a pesar de que la primera eucaristía es a las 9. Puedo recoger una hoja con comentarios al evangelio dominical escritos por José Antonio Pagola. Carteles con propuestas de espiritualidad franciscana en Aranzazu. Información en relación a un concierto en Fuenterrabia de un coro con nombre euskaldun. Dedico unos minutos a la oración y me despido de San Fermín y San Francisco Javier allí representados.
Leo con tristeza las lápidas que permanecen en los laterales de la puerta de entrada. Una con el reconocimiento a los navarros, por su entusiasmo en la Guerra Civil, premiado con la laureada en su escudo, y la otra en reconocimiento a los miembros de la Congregación de los navarros fallecidos en dicha guerra.
A pesar de ellas, siempre que viaje a Madrid no faltará mi visita a esa iglesia, ni mi oración para que ese templo sea lugar de encuentro, de acogida, de reconciliación para madrileños, navarros y personas de todo el mundo. Lugar de oración en todas las lenguas, también en la de Francisco de Javier. Una casa en la que se sientan acogidos todos los navarros.
Alfredo Yoldi Arrieta, en Diario de Noticias

1 comentario:

  1. Mayor es la tristeza que da ver cómo los navarros, las personas en general, seguimos sometidos bajo el patronato de personajes, como en este caso, inexistentes, y de una religión que no es que sea más patraña que el resto, pero que como nos ha dejado por escrito ese gran vecino de Pamplona, Fernando Conde, en su libro "año 303:inventan el cristianismo", es un invento datado 300 años después de la crucifixión que jamás hubo de ese Cristo que tampoco existió; como su madre, la virgen María; como José; como los apóstoles; como el portal de Belén. Belén si existió y existe claro. Pues eso, que no está de más aprender que dicha religión con sus personajes fueron un invento para salvar un imperio, según creyó Constantino, como hoy dicha religión sigue siendo una herramienta para salvar la indivisibilidad de esa España retrograda que puebla los templos católicos, llena las calles de procesiones y tiene inexistentes vírgenes por doquier y por el motivo más trivial.

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